Logo

Este es un sitio de Branded Content, creado por Studio DF, área de generación de contenido de Diario Financiero.

Madeleine Valderrama, CEO de AltumLab: “Lo bueno de vivir es la posibilidad de ver y aportar al mundo”

Un viaje la cambió para siempre y la llevó a impulsar dos organizaciones: AltumLab, que apoya a pequeños agricultores para que puedan optimizar sus procesos a través de Inteligencia Artificial y una fundación que rescata perros de la calle.

Por Constanza Garín L.

En una búsqueda personal por darle sentido a mi día a día, porque me encontraba sumamente frustrada y aburrida, llegué a India. La pobreza de su gente me abrumó y en vez de unirme a algún voluntariado, quedé paralizada, más frustrada e impotente. Un día tuve la suerte de escuchar una charla de Joe Madiath, fundador de Gram Vikas, una ONG que construye redes sanitarias en comunidades rurales, solucionando temáticas como la falta de agua y generando, a su vez, cohesión social en las comunidades.

Gracias a lo que vi en él, su capacidad de usar herramientas empresariales con fin filantrópico, su fuerza, su convicción e impacto, me sentí inspirada a buscar un motor así para mi vida. De esa forma, siguiendo su senda, salió AltumLab, una startup donde buscamos aportar a los micro y pequeños agricultores, a través de lo que nosotros hacemos mejor: optimizar los procesos productivos con la versión de IABruna Light.

Lo que más disfruto trabajando aquí es el desafío constante, ver y sentir la transformación personal, no solo mía, sino que también de mi equipo. Ver cómo vamos poniéndonos retos cada vez más grandes, generando herramientas grupales e individuales para resolverlos.

“Creo que uno puede ser útil para alguien todos los días”

Creo que uno puede ser útil para alguien todos los días, apoyar a quienes no lo esperan y mantener la convicción incluso cuando las personas ya no crean. Tratando de canalizar esto, comencé también con el rescate de perros. Con esta labor, desde hace cuatro años con mi marido nos dedicamos a rescatar y rehabilitar a los que están viejitos, enfermos o con problemas de movilidad. Con ellos he aprendido a tomar conciencia, a ser más compasiva, paciente, y ver el valor en la vejez.

Actualmente en mi casa vivo con nueve perros, y a veces me parece más un zoológico que una casa, pero ver cómo van perdiendo el miedo, adueñándose de lugares, haciendo rutinas y dejando traumas atrás, me llena de felicidad y me mueve. Esto también se convirtió en mi motor cotidiano. Estamos muy comprometidos con esto y por eso trabajamos también para crear un refugio de perros viejos en Litueche. Todos los regalos de nuestro matrimonio fueron relacionados con este futuro refugio.

“Actualmente en mi casa vivo con nueve perros, y a veces me parece más un zoológico que una casa, pero ver cómo van perdiendo el miedo, adueñándose de lugares (…) me llena de felicidad y me mueve”

“Disfruto de un té con buen olor, del olor de la tierra mojada, ver salir un fruto de mi huerta o ver a uno de mis perros cuando aprende a jugar”.

La pandemia, como a todos, cambió mi valoración del presente, para darle más valor a lo cotidiano. Disfruto de un té con buen olor, del olor de la tierra mojada, ver salir un fruto de mi huerta o ver a uno de mis perros cuando aprende a jugar.
Si hace diez años atrás alguien me hubiese preguntado qué disfruto de vivir, hubiera dicho: la posibilidad de ver el mundo. Sin embargo, en el último tiempo se han abierto todos los espacios necesarios para generar cambios profundos en el entendimiento de nosotros y del otro, y eso me genera esperanza. Por eso, ante una nueva forma de trabajar y de vivir que es más inteligente, consciente y comunitaria, ahora diría: lo bueno de vivir es la posibilidad de ver y aportar al mundo.

Share This