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Kabir Engel, CEO y fundador de Glovox: “La sociedad chilena está en un momento crítico y necesita espacios que fomenten la felicidad”

Una reflexión muy difícil de ignorar, sobre todo ahora, es cuán importante es el goce y el disfrute para poder vivir bien, con equilibrio y ojalá buscando siempre un estado de felicidad.

Estamos recién partiendo el año y la foto que veo de este exacto momento no es muy buena. Siento que hay mucho malestar en el ambiente, mala onda, y quizás una rabia mal enfocada. No es una situación exclusivamente de Chile. Está pasando en otros lugares también, solo que a nosotros la pandemia nos pilló en un momento político y social muy complejo. Pero también sucede que en los lugares donde este malestar es menor, según mi punto de vista, es en aquellos donde se permitió que la vida continuara, pese a todos los contratiempos. Lo sé porque lo he visto y porque mi trabajo me obliga a estar constantemente en contacto con personas que viven en otros países. Por ejemplo, en algunas ciudades de Estados Unidos como Miami, e incluso México.

“Siempre he pensado que fomentar el goce es clave para el buen vivir y que el aporte que esas válvulas de escape entregan a la sociedad es tremendo”.

El estado anímico no es tan terrible donde hubo un poco más de flexibilidad, porque la gente tuvo válvulas de escape constantemente: el baile no paró, la gente no dejó de salir a comer porque los restaurantes nunca cerraron. Yo, por ejemplo, salí solo tres veces de mi casa en siete meses cuando esta locura comenzó. Y creo que todo pudo haber sido un poco más flexible. Claro que es más fácil opinar con el diario de ayer, como coloquialmente decimos, y por supuesto que es verdad que Chile en algún minuto fue el país más seguro para estar mientras Ómicron se expandía, como nos advirtió un estudio recientemente. En eso el tema de la vacunación marcó una gran diferencia.

Pero si tengo que reflexionar sobre lo bueno de vivir, necesariamente me toca hacer la crítica en torno al menosprecio o la poca importancia que aquí se le dio al goce, a la felicidad y al placer. Bailar es importante y Chile no lo entiende. La sociedad chilena está en un momento crítico y necesita esos espacios que fomenten la felicidad, espacios para que la gente pueda bailar, relajarse, pasarlo bien, escuchar música. Todo eso contribuye a descomprimir la presión del día a día. Y como no se entiende, en algún momento lo vamos a lamentar como sociedad. 

Siempre he pensado que fomentar el goce es clave para el buen vivir y que el aporte que esas válvulas de escape entregan a la sociedad es tremendo, porque al final la cultura es un rubro que se mueve para generar felicidad y para alimentar el alma de la gente. Por eso trabajo en esto. Y por eso me frustra muchísimo que la pega que hacemos quienes trabajamos en este rubro sea tan poco valorada en nuestro país.

“Si tengo que reflexionar sobre lo bueno de vivir, necesariamente me toca hacer la crítica en torno al menosprecio o la poca importancia que en Chile se le dio al goce durante la pandemia”

Afortunadamente se está reactivando el mercado y van a volver de a poco los grandes festivales. Pero en Chile todo es muy incierto. Así que durante estos dos años me dediqué a estudiar y a pensar en cómo reinventar lo que hago, porque es lo que amo y no me imagino haciendo otra cosa. Hay que meterle tecnología al negocio y allí hay muchas oportunidades, pero también es necesario salir a explorar mercados donde el baile y el goce sí son importantes y donde se apoya fuertemente este tipo de emprendimiento. Por eso, con mi equipo nos lanzamos a llevar el Piknic Electronik a Miami, un festival que veníamos haciendo en Santiago y que ojalá podamos seguir haciendo acá, pero que también tiene mucho potencial en otros mercados.

“Hacer eventos grandes es muy estresante (…) Pero siempre llega ese momento psicomágico en que todo funciona y se alinean los planetas. Cuando eso pasa, me baja un poco el estrés y me paseo por la pista de baile, y solo me enfoco en ver las caras de las personas para confirmar que están felices”.

Yo debo ser de los más viejos en la industria, llevo más de 20 años en este oficio y muchos creerán que producir festivales es estar constantemente de fiesta y la verdad es que no es así. Hacer eventos grandes es muy estresante, hay mucha incertidumbre, muchas cosas pueden fallar, y los factores externos determinan si todo sale bien o no; por ejemplo, si llueve, o si el DJ se atrasó, o si canceló a último minuto, etc. Hay muchas variables que tienen que alinearse para que salga perfecto. Pero siempre en un evento llega ese momento psicomágico en que todo funciona y se alinean los planetas. Cuando eso pasa, me baja un poco el estrés y me paseo por la pista de baile, y solo me enfoco en ver las caras de las personas y confirmar que están felices. Soy feliz de verles así, disfrutando, pasándolo bien. Eso es súper reconfortante y ahí tengo mi minuto de felicidad laboral. 

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