Es una emprendedora innata. Acostumbrada a estar siempre encima de todos los procesos y proyectos de su compañía, la pandemia la obligó a delegar, ser flexible y cambiar en momentos críticos. Y, aunque reconoce que el trabajo la hace plenamente feliz, también disfruta de la vida compartiendo con sus hijos y jugando tenis, una pasión que, siendo muy joven, le mostró de qué era capaz.
Por Francisca Orellana
Soy una agradecida de la vida y de las oportunidades que he tenido, de las cuales he sabido sacar el mejor provecho. Desde muy chica viví en el extranjero y compitiendo en tenis, lo que me permitió viajar mucho, conocer distintas culturas, aprender de otras personas y descubrir que el mundo no tiene límites mientras se tengan sueños. Al ser un deporte bastante solitario, desde muy chica tuve la suerte de poder descubrir y entender mis capacidades, lo que me ayudó para saber de qué soy capaz.
La pandemia, sin embargo, nos ha enseñado la fragilidad con la que estamos hechos y lo necesario que es saber adaptarse al cambio. A todos nos pegó de distintas formas. En el aspecto familiar, tener que convivir día a día y estar mucho más presentes en todo lo que sucede en la casa fue bastante agotador. ¡Nadie estaba acostumbrado a que estemos todos al mismo tiempo en la casa!
“Desde muy chica viví en el extranjero y compitiendo en tenis, lo que me permitió viajar mucho, conocer distintas culturas, aprender de otras personas y descubrir que el mundo no tiene límites mientras se tengan sueños”.
Si a todo ese nuevo convivir le agregamos que en Empresas DBS veníamos con un plan súper bien trazado y con metas super claras, pero tuvimos que cambiar absolutamente todo: poner al cliente al centro, respetar los tiempos de respuestas, cambiar muchos de los procesos que se venían haciendo. Tuvimos que llevar la compañía a un cuestionamiento tan grande que hoy nos está dando el espacio de que surjan más y mejores cosas.
Soy una persona que disfruta relacionarse de forma directa, me gusta el contacto y estar presente. Lo telemático es algo a lo que todavía no me acostumbro, pero porque me gusta esa cercanía con las personas, preguntar de la vida, conocerlos más. Trabajar de manera flexible como lo estamos haciendo por temas de aforo en Empresas DBS es algo que todavía me cuesta mucho.
De hecho, entre los momentos del día que más me hacen plenamente feliz está el estar en mi oficina, llena de productos o muestras, donde debemos elegir el color, la textura, el packaging. También ir a una feria de cosmética, pero no solo porque lo necesito, sino porque es el mundo que me apasiona y me hace feliz. También pasar una tarde de piscina con mis niños, jugar tenis después de mucho tiempo sin practicarlo o hacer deporte en familia.
“Entre los momentos del día que más me hacen plenamente feliz está el estar en mi oficina, llena de productos o muestras, donde debemos elegir el color, la textura, el packaging (…) Es el mundo que me apasiona y me hace feliz”.
“Soy una persona que disfruta relacionarse de forma directa, me gusta el contacto y estar presente”.
No puedo negar que la pandemia me ha permitido ir soltando ciertas responsabilidades, darme cuenta de que no puedo ni debo estar en todo. He aprendido a confiar en los equipos que hemos construido, porque son por lejos lo mejor que tenemos en nuestra compañía.
Por eso, soy fiel creyente de que las cosas pasan por algo y creo que la pandemia pasó porque necesitábamos un stop, saber que no podemos con todo, pero entender que tenemos las herramientas para salir adelante y seguir con nuestros sueños. Solo que, a veces, se hace más difícil, y cuando pasa eso es cuando hay que ponerle más ganas.